jueves, 20 de julio de 2017

SUSURROS

Podéis oírlos... Yo los escucho.
Los escucho claramente como el sonido que emite el búho al ulular. 
Muchos creen que estoy loco, pero se equivocan.

Ellos, ellos están por todas partes, dentro o fuera de estas paredes que me rodean. 
Ellos están allí en algún lugar.
Shhhh… ¡Oíd por un momento! 
No hagáis ruido y escuchad con atención sus quejidos abominables.

¡NO PODÉIS DECIR QUE ESTOY LOCO, LOS ESCUCHO LAMENTARSE! ¡LOS ESCUCHO LAMENTARSE!
¡AYUDADME POR FAVOR, PARAD ESOS LAMENTOS QUE ME ATORMENTAN!
No estoy loco, puedo escucharlos, por favor hagan que se detengan, hagan que se detengan, ¡QUE SE DETENGAN!...
El mutismo hace que me relaje, jamás creí que el chillido de los grillos sería música para mis oídos.
¡Vaya!, pero que veo, uno de los guardias se acerca sutilmente hacia mí y lleva consigo una linterna aferrada a su mano derecha. Otro pobre diablo a quien le toca pasearse entre la muchedumbre anatema oculta en este lugar de olvido y miseria. 
El destello irritante de su linterna franquea los barrotes oxidados (pero resistentes) de la jaula.
Esa tenue luz penetra en mis ojos, me está dejando ciego, no consigo ver su rostro, sólo escucho su jocosa risa mientras juega con el rayo de luz.
Distingo una silueta pequeña y delgada a su costado, puede ser un compañero que tal vez ha decidido ser su acompañante nocturno. 
Pero…
¿Qué es lo que mis ojos ven?
¡Un niño!
¿Un niño está mirando mi tortura? 
¿Qué hace un niño en un lugar tan desagradable como este? 
¿Y por qué el guardia ha permitido que lo acompañase? 
¿Acaso es algún castigo por haber cometido alguna travesura?
Que incómodo.
Aún continua mirándome, sus ojos brillan pero no dejan ver claramente el reflejo de su rostro. El oficial no se da cuenta de que hay un niño a su costado.
El infante llora, puedo oír su llanto. 
¿Era él quien se lamentaba?
Está tendiendo su mano huesuda hacia mí...
¡ALÉJATE, ERES UNO DE ELLOS! ¡ALÉJATE! ¡ERES TAN CULPABLE COMO YO! ¡ALÉJATE, ALÉJATEEEEEE...! 
Puedo escuchar el llanto ahogado de aquel infante.
El guardia se aleja junto con el fastidioso rayo de luz y no se percata de que alguien muy pequeño queda acompañándome. Allí está, al otro lado de la reja. Su rostro es cubierto por una penumbra, y sus ojos, esos ojos luminosos se han apagado. Aún sigue llorando amargamente.
 — ¿Por qué lloras?—
El llanto se apaga levemente.
 —Él me ha lastimado.
Su voz se escucha entrecortada, podría decir que aquel pequeño no pasa de los cuatro años de edad.
— ¿Quién te ha lastimado pequeño?
—Mi nuevo padre.
En verdad me pregunto: ¿por qué sigo está conversación? Tengo miedo, me hallo frente a un ente que tal vez sea el culpable de mi desgracia, ya lo dije anteriormente, pertenece a uno de ellos.
— ¿Tu nuevo padre? ¿Dónde te ha lastimado?
—Ha roto mi cabeza con un martillo.
¡Oh Dios! Puedo ver su rostro, es abominable, me produce pánico, su ojo izquierdo brota de su cuenca mientras rezuma la sangre espesa y escandalosa. Su mandíbula descuelga de un extremo y su ojo derecho ha perdido color, se torna albo, como una luna llena... 
¡ALÉJATE DE MI ESPECTRO! ¡ALÉJATE!
Ver su rostro cadavérico hace que me duela la cabeza, se originan zumbidos mortales cada vez que lo veo.
Estoy tratando de cerrar mis ojos pero algo me lo impide.
¡¿Por qué siento conocer a este niño?!
¡¿POR QUÉ?!
¡¿POR QUÉ?!
¡¿POR QUÉ?! 
El niño, se ha ido... se ha disipado como el humo de una fogata en medio del bosque. Su llanto me es familiar, ¿por qué siento que lo conozco de alguna parte?

.  .  . 

Sé qué han pasado días desde la primera vez que lo vi. Aunque, desde que me trajeron a este lugar olvidado no he vuelto a saber nada del día ni de la noche. Pero sé que ha pasado el tiempo.
¡Silencio! ¡Escuchad!
¡ESCUCHAD! Pasos entre la penumbra, taconeadas. No puede ser el guardia, hace rato estuvo por aquí haciendo su ronda matutina.
Alguien se acerca...
... es una… una… 
¡UNA MUJER!
¿Una mujer? 
Ella llora y no sé por qué hace que recuerde aquel fantasmagórico infante.
¡EL LAMENTO DE LA MUJER! Ahora... ahora escucho su sollozo, un alarido estridente que retumba en mis oídos.
Plañe amargamente.
Entre su lamento consigo escuchar lo que su voz temblorosa emite: 
"¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué lo has hecho?"
Esa voz no me deja en paz, se mezcla con los ruidos naturales de la noche.
Hace que me dé vueltas la cabeza.
¿Qué está pasando con mi mente? No logro recordar.
¿Por qué debo recordar? ¿Qué debo recordar?
Sólo puedo ver un cuchillo, un cuchillo siendo empuñado con ira o tal vez con temor... 
¡Que se detenga!
"¿Por qué lo has hecho?"
"¿Por qué lo has hecho?"
"¿Por qué lo has hecho si era tu hijo?"
¡No, no más por favor, cierra la boca! ¡Yo, yo no quería hacerlo, Parad...! ¡Parad esto de una vez!
Los lamentos juguetean en mi cabeza, no estoy loco, no lo estoy.
El niño, la mujer... Puedo recordarlos.
El martillo, veo un martillo siendo incrustado con fervor en la cabeza de un infante. Éste se desploma sobre una alfombra y la mancha con la sangre que rezuma de la cabeza… 
¡No, no me atormentéis más por favor! ¡No más!
Ahora surge de mis amargos recuerdos… un cuchillo, ¿pero qué hago yo con un cuchillo?
¡AHHHHH, NOOOO! ese grito, la mujer se lamenta. El cuchillo se incrusta en su seno izquierdo, está siendo introducido como cuando lo asestas en la mantequilla. 
La mujer cae también desplomada y rueda por unas gradas. ¿Unas gradas? Conozco ese lugar.
¡No, no, ya no más, escucho su llanto, se mezcla con los del niño y con las demás voces que escuchaba anteriormente! ¡Basta! ¡Basta, no más! ¡Basta, ya no puedo más!
¡BASTA!
¡BASTA!
¡BASTA!
¡ESTA BIEN, LO CONFIESO, YO LO HICE, LOS MATÉ, AMBOS ESTABAN DURMIENDO AQUELLA NOCHE Y A AMBOS LOS ASESINÉ A SANGRE FRÍA!
¡CALLAD ESAS VOCES, CALLADLAS!
¡CALLADLAS POR FAVOR!
¡CALLADLAS…!
Calladlas...
Yo… Yo no quería que pasara… Los susurros me obligaron. Ellos, ellos son los responsables… ¿Co… cómo puedes pensar o decir que estoy loco?

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